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martes, 10 de octubre de 2017

LA FIGURA MATERNA DESDE EL ENFOQUE SEMIO NARRATOLÓGICO EN EL POEMA III Y XVIII DE TRILCE – CÉSAR VALLEJO MENDOZA

Por: Jessica Fernández Velásquez

La obra de Vallejo constituye no sólo el punto más alto de toda la Literatura Peruana, sino una de las aventuras estéticas más hondas y geniales del siglo XX. Narrador, dramaturgo y ensayista de talento, Vallejo fue sobre todo un inmenso poeta, uno de los mayores del idioma, probablemente el más grande surgido hasta ahora en América Latina, con una huella considerable en la poesía contemporánea del ámbito hispánico.
Sin duda alguna, Trilce, el poemario que lo llevó a la gloria, representa un acto de rebelión poética que canceló por completo el horizonte modernista, consumando la máxima proeza del vanguardismo literario.
La temática abordada en los setenta y siete composiciones que lo conforman es diversa, haciendo de éste un singular ejemplo de renovación del acto poético esencial.
Uno de los temas tratados en la poética vallejiana es la figura de la madre como emblema de nostalgia por el pasado, lleno de una fuerte carga emotiva.
Las composiciones Trilce III Y XVIII, corpus literario que pertenecen a este poemario, reflejan el carácter dicotómico del ser del poeta, lo que explica su incuestionable valor estético, prestándose así a un análisis semio narratológico.
Ahora bien, ¿Cómo  se presenta el carácter dicotómico del Yo del poeta en ambas composiciones?, ¿Dicho carácter dicotómico estará ligado a la figura de la madre? y si es así ¿De qué forma se manifiesta en los bloques temáticos y en la estructura actancial de ambos poemas?.
En ese sentido, la estructura actancial en la composición III y XVIII en Trilce es recurrente a la condición de los bloques temáticos y la función actancial que han tenido los personajes.

BLOQUE TEMÁTICO (BT): Trilce III
I MACROSEGMENTO (I MS): de la experiencia aldeana.
SEGMENTO 1 (S1): la pureza de la primera soledad.
SUB SEGMENTO 1 (SBS1): temor a la muerte de sus mayores.
SUB SEGMENTO 1.1 (SBS 1.1): evocación a Santiago de Chuco
BISAGRA 1 (B1): evocación a la madre
SUB SEGMENTO 2 (SBS 2): advertencia a sus supuestos hermanos
SUB SEGMENTO 2.1 (SBS 2.1): temor a la muerte de sus mayores
BISAGRA 2 (B2): evocación a la madre.
SUB SEGMENTO 3 (SBS 3): llamado a sus supuestos hermanos
BISAGRA 3 (B3): // silencio
SUB SEGMENTO 4 (SBS 4): queja hacia sus mayores
BISAGRA 4 (B4): // silencio
SUB SEGMENTO 5 (SBS 5): Vallejo que cuestiona

BLOQUE TEMÁTICO (BT): Trilce XVIII
I MACROSEGMENTO (I MS): de la experiencia de la celda
SEGMENTO 1 (S1): celda.
BISAGRA 1 (B1): // silencio
SEGMENTO 2 (SBS 2): madre
BISAGRA 2 (B2): // silencio
SEGMENTO 3 (SBS 3): celda – madre.
BISAGRA 3 (B3): // silencio
SEGMENTO 4 (SBS 4): limitada esencia humana.

En el bloque temático que corresponde a Trilce III, el macro segmento I es denominado de la experiencia aldeana, por la vinculación directa con el hogar. Vallejo perdió a su madre a los veintiocho años de edad, lo que provocó un gran impacto del que nunca pudo superar, es así como la composición, llena de frustración y sentimiento de soledad, refleja la regresión del sujeto al habla infantil frente a la ausencia de la figura materna.

TRILCE III
Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.

Madre dijo que no demoraría.

Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.

Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito que todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.

Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir.

Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.

El sub segmento 1 que corresponde a la primera estrofa nos da la imagen de un atardecer solitario en Santiago de Chuco, pueblo donde Vallejo nació y vivió durante su infancia, esperando que lleguen las personas mayores. Al preguntar a qué hora volverán,  se representa el temor a la muerte de sus mayores y por ende la soledad ante tal ausencia.
Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.
Las bisagras B1 y B2 pertenecen al verso quinto y catorceavo, donde se manifiesta la evocación directa a la madre, es decir, que en ese momento, el Yo del autor y los supuestos hermanos se encontraban solos, sin el cuidado de ella.
Madre dijo que no demoraría
En las estrofas de los sub segmentos 2, 3 y 4, Vallejo describe lo que hace mientras espera a su madre y lo escribe con un tono más alegre e inocente, como un niño emocionado, sin embargo aparece nuevamente la muerte.
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas, (MUERTE)
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.

Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito que todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.

Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros (QUEJA)
dejándonos en casa a los pequeños,
como si también nosotros
no pudiésemos partir.

Por último, en el segmento 5, aparece el yo poético que comienza a cuestionar si hay alguien que lo esté escuchando, buscando a sus hermanos en la oscuridad. Al usar la palabra recluso en el último verso, nos evoca la imagen de que está encerrado en una casa, como un huérfano que no tiene a dónde ir, ni nadie no con quien estar.
Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.

Es necesario resaltar que las bisagras 3 y 4 se han señalado como silencios, puesto que entre estrofa y estrofa existen pausas importantes que no obstaculizan el ritmo fluido del poema, al contrario, le afianza más el tono melancólico visto desde un punto de vista inocente.
En el bloque temático que corresponde a Trilce XVIII, el macro segmento I es denominado de la experiencia en la celda, aludiendo al hecho del encarcelamiento del autor, considerando que fue allí donde se produjo el poemario.
A su vez, se metamorfosea un hecho personal físico – espiritual y lo transforma en ficción simbólica, es decir, poesía básicamente humana.
En el segmento 1 aparece la metáfora de la celda como espacio poético.

Oh las cuatro paredes de la celda
Ah las cuatro paredes albicantes
Que sin remedio dan al mismo número
Criadero de nervios, mala brecha
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades


En el segmento 2, aparece la metáfora madre como refugio de paz espiritual.
Amorosa llavera de innumerables llaves,
si estuvieras aquí, si vieras hasta
qué hora son cuatro paredes.
Contra ellas seríamos contigo dos
más dos que nunca. Y ni lloraras,
di, libertadora!
En el segmento 3 ambas metáforas se unen, donde las paredes de la celda conllevan a la evocación de la madre.
Ah las paredes de la celda
de ellas me duelen entretanto más
las dos largas que tiene esta noche
algo de madres que ya muertas
llevan por bromurados declives,
a un niño de la mano cada una

Por último, en el segmento 5 se expresa netamente la angustia del poeta por la ausencia de sosiego y amparo en su vida, la que nunca le permitirá sentir la esencia humana.
 Y sólo yo me voy quedando
con la diestra que hacen por ambas manos,
en alto, en busca de terciario brazo
que ha de pupilar, entre mi dónde y mi cuándo
esta mayoría inválida de hombre

Al igual que la composición anterior, las bisagras aparecen como silencios, rasgo típico de la poesía vallejiana y por ende del vanguardismo.
Por otro lado, la estructura actancial es vista como generadora de la sintaxis de los actantes.
De este modo, tanto en el poema III y XVIII  de Trilce, la estructura actancial es generada en torno al carácter dicotómico del ser del poeta, es decir, que el Yo poético se reconcilia con el mundo a través de la figura de la madre.
Es así como ambas composiciones aparecen como actantes sujetos el YO del autor y como fin último, es decir, un actante objeto, la madre, a pesar de desarrollarse la dinámica textual en dos contextos sumamente diferentes: experiencia aldeana y experiencia de la celda respectivamente.
La imagen materna despierta un sentimiento de protección y esperanza en el YO poético, por eso cuando en Trilce III dice, con un lenguaje cándido “Madre dijo que no demoraría”, se desprende la confianza puesta en el pronto retorno de la madre, logrando tranquilizar el tema a la soledad y oscuridad que siente el locutor.
En este sentido, el calor representado en la figura materna también lo ubicamos en Trilce XVIII cuando dice “Oh las cuatro paredes de la celda /ah las cuatro paredes albicantes/que sin/ remedio dan al mismo número/ criadero de nervios, mala brecha/ por sus cuatro rincones cómo arranca las diarias aherrojadas extremidades”; se refleja el recuerdo de la madre que lo libera de los momentos agobiantes del presente y la ausencia de afecto lo repliega a un pasado en busca del amor materno, un regreso al origen, al calor humano lejano de su realidad.
 Definitivamente, en las composiciones III Y XVIII, pertenecientes al poemario Trilce, la estructura actancial es generada en torno al carácter dicotómico del Yo poético, es decir, el autor se reconcilia con el mundo, mediante la imagen materna. En segunda instancia, en los bloques temáticos correspondientes a cada poema, es indiscutible, como Vallejo hace una regresión del sujeto actante al habla infantil, transformando un hecho personal en ficción simbólica, a través del uso preponderante de la metáfora, apareciendo así, nuevamente la figura de la madre como refugio de paz espiritual.

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